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miércoles, junio 25, 2014

Sombras del Paraíso Arturo Neimanis Capítulo VI: Vacaciones en la City



Junio 25, 2014
Sombras del Paraíso
por: Arturo Neimanis

Capítulo VI
Vacaciones en La City
1950

Suena un poco a locura pero sentado acá a orillas del Támesis, una hermosa tarde de verano, no puedo dejar de sonreír, estoy recordando cosas que no han de suceder hasta dentro de 60 años. Paradoja entre paradojas. Recuerdo cuando vine a Londres con mi esposa, por allá en el 2012 (mi pasado que ahora es mi futuro), podría decirse que estoy de vacaciones, nada que pueda hacer más que esperar el momento, y aún falta mucho para mi primera misión. No deja de agradarme el hallarme en esta magnífica ciudad, los próximos treinta años verán como de este bello país surgen avances artísticos en el mundo de la música como no se han visto en los trescientos años anteriores. Voy a ser testigo excepcional del ascenso de Los Beatles, del surgimiento de toda una subcultura popular alrededor del rock and roll. Si, puedo disfrutar de esta ciudad, realmente puedo.

La segunda guerra frenó su crecimiento, Londres fue gravemente bombardeada por los alemanes en 1941. Muchos monumentos históricos fueron dañados y algunos sectores  literalmente desaparecieron. Alrededor de 30 mil personas murieron. No puedo emitir juicio de valor con respecto a eso, el guardián me enseño que somos un grupo de seres compartiendo tiempo y espacio, nada más, no hay sueños, solo realidades. Todo está sujeto a interpretaciones, las líneas entre lo justo y lo injusto, la decencia y la obscenidad, e incluso entre lo verdadero y lo falso, realmente no existen, todo se reduce a una cuestión de armonía. ¿Cuantos teólogos se suicidarían si verdaderamente conociesen el contexto?, puedo suponer que serán felices, mientras desconozcan las sombrías realidades de la vida; y que, cuando esta llegue a su final, después de una larga y ardua travesía, seguirán creyendo que obtendrán  una genuina placidez más allá de su condición terrenal. ¿Puede describirse el Nirvana como un estado de felicidad? ¿Es posible estar consciente del mal y del sufrimiento y, no obstante, ser perfectamente felices? No lo sé.

1952

La reina Elizabeth II llegó al trono y está intentando modernizar la ciudad, pero los daños ocasionados por los ataques fueron muy serios. Según leí en la prensa, no va a ser posible recuperar los muelles, por lo que deberán reflotar el puerto y probablemente trasladar toda su actividad a Tilbury.  La población se ha expandido hacia la periferia, si mal no recuerdo de mi visita cuando estaba vivo, todo eso se convertirá en el Greater London. Sé que todo es culpa de la premura con la que están haciendo las cosas pero las viviendas que están construyendo realmente no me gustan,  sin estética,  modestas urbanizaciones en las zonas devastadas.  Sin embargo, la ciudad se está convirtiendo en  un polo financiero, cada día atrae a miles de nuevos trabajadores. Incluso han comenzado a aparecer algunos rascacielos, bueno, sólo unos pocos podrían calificarse de espectaculares.

1958

Londres se ha convertido en una capital moderna, cosmopolita y multicultural. La City es como un viejo árbol centenario, con las raíces al aire. Circulando entre la multitud, cada cual a su tarea, se ven rostros y atuendos de lo más exótico: indios, africanos, chinos, árabes. Eso ha hecho también más interesante el clima religioso, tanto el budismo como el cristianismo conviven aquí, ambos sugieren que la liberación final del alma es también la serenidad perfecta: una paz total del espíritu, y la serenidad perfecta es equivalente a una perfecta inmutabilidad. Mi espíritu se encuentra en un estado de inmutabilidad, de tal forma que nada puede influirlo, deduzco entonces que mi felicidad actual realmente es como la felicidad de una piedra. ¿Puede una piedra ser feliz?, o mejor aún, ¿Puede estar triste?  Por todas partes aparecen rótulos con fechas antiguas: Established in 1748;...in 1760;...1825... Me ha dado por recorrer algunos lugares de Londres y de otras ciudades próximas: el Parlamento, Fleet Street, Westminster, White Hall; Oxford, Saint Albans... La mañana del domingo volví de nuevo a la City. Más impresionante me ha resultado ahora, ausente de vida. Con el weekend el cambio es brusco: calles totalmente desiertas, donde no se ve un paseante, vacías de tráfico; edificios cerrados a cal y canto, muertos, en silencio. Cuan diferente del Londres del 2012.

1979

Veintiún años he vivido en esta maravillosa ciudad, junto con ella he evolucionado yo también, me gusta imaginarme a mí mismo como a un ser en ruinas que se ha ido reconstruyendo a sí mismo, al igual que la ciudad.  El resultado de las elecciones sigue siendo incierto. La clave del resultado me parece que está en manos de quienes en los sondeos expresaron que todavía no saben cómo votarán. El porcentaje de estos indecisos es suficientemente importante como para inclinar la balanza a uno u otro partido. Existe un centenar de distritos sin dueño definido por una sustancial mayoría, cuya variación decidirá el resultado global de las elecciones. En ellos, las simpatías están más al lado de los conservadores que de los laboristas. Bueno, para mí es muy fácil decirlo, ya sé quién va a ganar. En contra de lo que hizo temer el asesinato del portavoz conservador para Irlanda del Norte, Airey Neave, el terrorismo no volvió a hacer su aparición durante la campaña, aunque en el Ulster la acción terrorista ha costado quince vidas desde que se anunciaron oficialmente las elecciones. Las medidas de seguridad son estrictas en todo el país. Sé que nombraran Primer Ministro a Margaret Thatcher, hasta donde me da la memoria,  liberará el correo y el transporte. No recuerdo mucho de esta época. Por estas fechas lo único que me interesaba de los ingleses era su música. Dentro de pocas semanas, al otro lado del océano estaré cumpliendo 20 años.

1990
La mayoría definitivamente se opone a la poll tax, el impuesto sobre la vivienda por el cual un acaudalado duque paga por su mansión igual que el basurero por su apartamento. Han convocado  una manifestación en Londres para el próximo sábado 31 de marzo, coincidiendo con la fecha de la aprobación del impuesto. Se espera una asistencia de alrededor de 60.000 manifestantes.

- sábado 31

La coordinación de los partidos y de los movimientos sociales, el buen tiempo y la decisión a última hora del Partido Laborista de unirse a la protesta, atrajeron hoy al mediodía hasta Kennington Park, al sur del Támesis, a más de 200.000 manifestantes procedentes de todo el país, que se desbordaron en todas direcciones, colapsando por completo el centro. A principios de la tarde Trafalgar Square, donde terminaba la marcha, se encontraba a plena capacidad. La policía, desplegó unidades antidisturbios y bloqueó White Hall Street por sus dos salidas, atrapando a un buen número de personas. Pero otro grupo de manifestantes entró en White Hall por Richmond Terrace (la calle que lleva precisamente a Downing Street). Poco a poco se fueron desplazando hasta llegar a Trafalgar Square, rompieron a pedradas las ventanas del Ministerio de Defensa y la bandera británica del Cenotafio fue hecha jirones por los manifestantes y finalmente la quemaron. Frente al pedestal de la columna al almirante Nelson se había instalado una tarima desde la cual iban a intervenir varios políticos, ni siquiera llegaron a tomar el micrófono.

La policía entró abriéndose paso con violencia en la plaza. A partir de aquí ya no hubo punto de retorno. Trataron de dispersar a la gente a caballo, cargando contra todos. Pero perdieron el control, parecían no saber qué hacer. Toda la rabia acumulada, el odio, la frustración y la impotencia salieron a borbotones en un torrente de furia. El enfrentamiento pronto se transformó en una feroz batalla campal. El caos fue absoluto. Hacia las cinco de la tarde una caseta de herramientas al sur de Trafalgar Square y una sala de la embajada de Sudáfrica ─la Sudáfrica del apartheid─ empezaron a arder, cubriendo por completo la plaza con una espesa humareda. Al ordenar las autoridades el cierre de los pubs de la zona, sólo consiguieron aumentar el número de alborotadores, al haber privado a docenas de hooligans de sus reglamentarias pintas vespertinas.

La multitud salió en todas direcciones, rompiendo escaparates, asaltando tiendas para proveerse de botellas y volcando e incendiando automóviles a su paso por Picaddilly Circus, Oxford Street, Regent Street, Charing Cross Road y Covent Garden, es decir todo el centro de Londres, hasta las 3 de la madrugada. Desde Regent Street a Trafalgar Square, todas las ventanas de bancos y comercios estaban rotas. La oficina de reclutamiento del ejército, las oficinas de las aerolíneas sudafricanas, las oficinas de la BBC, The Body Shop, Burberry’s, Mappin and Webb, McDonalds, Barclays Bank, Tie Rack, Armani, Ratner, National Westminster Bank, los almacenes Liberty’s, Pizza Hut y varios concesionarios de automóviles y otras tiendas del West End fueron atacados con especial saña.

Sin embargo, los pubs, pequeños comercios, los quioscos de comida  y las oficinas de las aerolíneas irlandesas  amanecieron sorprendentemente indemnes a pesar de la magnitud los disturbios.

La dama de hierro se estaba oxidando. Antes de terminar el año ya la habían obligado a renunciar. La aparición de rivales en el seno del Partido Conservador, aprovechando el momento de debilidad de su líder, terminó con la victoria de John Major sobre Thatcher. Si en 1987 Margaret Thatcher había ganado las elecciones por tercera vez consecutiva y parecía invencible a ojos de la opinión pública, tres años después abandonaba Downing Street con lágrimas en los ojos.

2010
Jhon Major en el 92, para que, finalmente, en 1997, Tony Blair, del partido laboral, le pusiera fin a 18 años de conservadores en el gobierno. A partir de allí, la ciudad ha tomado un ritmo acelerado, en este nuevo siglo, Londres parece haber recuperado su fama de ciudad alegre. La construcción del Millenium Dome, en Greenwich, el London Eye, la Tate Modern (a la que se accede por el puente del Millenum), y el Gran Patio del Museo Británico no hacen más que avisarme que mis vacaciones se están acabando.

Debo irme antes que venga la familia, sería catastrófico (para mis sentimientos) estar acá cuando lleguen mis hijas. Aún tengo una tarea que cumplir. 

Continuará...

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