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miércoles, agosto 06, 2014

69 Años Después… - Arturo Neimanis


69 Años Después…
Por: Arturo Neimanis

Han transcurrido sesenta y nueve años de aquel día en el que los estadounidenses, fieles a su historial belicista, apenas tres meses después de la muerte de Adolfo Hitler, decidieran que no iban a quedarse sin probar su nuevo juguete.

El uso de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki fue ordenado por Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos, contra el Imperio de Japón. Los ataques se efectuaron el 6 y el 9 de agosto de 1945, y pusieron el punto final a la Segunda Guerra Mundial.

Little Boy fue soltada sobre Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945, Fat Man el jueves 9 de agosto sobre Nagasaki. Hasta la fecha estos bombardeos constituyen los únicos ataques nucleares de la historia. Se estima que las bombas mataron a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki. En ambas ciudades, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles.

Seis días después de la detonación sobre Nagasaki, el 15 de agosto, Japón anunció su rendición incondicional con lo cual concluyó la Guerra del Pacífico y por tanto, la Segunda Guerra Mundial.

Previamente, el 26 de julio, Truman y otros líderes habían emitido la Declaración de Potsdam, la cual bosquejaba los términos de la rendición de Japón. Presentada como un ultimátum, aseguraba que, sin la debida rendición, los aliados atacarían Japón, resultando en «la completa destrucción de las fuerzas armadas japonesas e inevitablemente la devastación del suelo japonés», no se mencionó para nada el arma atómica.

Supuestamente, a comienzos de julio, en camino a Potsdam, Truman habría reexaminado la decisión de usar la bomba. Al final,  decidió lanzarlas sobre Japón con el objetivo de terminar rápidamente con la guerra, debido a que el miedo a más destrucción obligaría a Japón a rendirse.

Al menos esa es la versión oficial de los hechos y ya sabemos que la historia, generalmente, la escriben los ganadores a su conveniencia.

Hiroshima era una ciudad con relativamente poca importancia industrial y militar. Era un centro de comunicación, lugar de almacenamiento y un área de reunión para las tropas. Fue una de las ciudades japonesas que fueron deliberadamente preservadas de los bombardeos aliados con el fin de poder efectuar posteriormente una evaluación precisa de los daños causados por la bomba atómica.

Dieciséis horas después del ataque Truman anunció públicamente desde Washington D.C. el bombardeo de la ciudad y el tipo de arma empleada. Para muchos, su uso no era necesario, no se justificaba, porque Japón ya estaba listo para rendirse. Una explosión de demostración sobre la Bahía de Tokio habría bastado para convencer a los líderes de los efectos de la bomba, sin muertes innecesarias.

Incluso si el bombardeo a Hiroshima se pudiese justificar, los Estados Unidos no le dieron tiempo suficiente a los japoneses para considerar los alcances de la bomba antes del bombardeo a Nagasaki. Ambas ciudades tenían un  valor militar casi nulo. Se sacrificaron cientos de miles de vidas simplemente por la lucha por el poder político entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.

Han transcurrido sesenta y nueve años y la controversia aún está en pie. Justificado o no, este hecho cambio el rumbo de la historia del mundo.

Es una verdadera lástima que nosotros, los seres humanos, no sólo tropezamos dos veces con la misma piedra, en ocasiones incluso llegamos a enamorarnos de ella.


Arturo Neimanis

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