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sábado, septiembre 06, 2014

Yo también fui comunista - Arturo Neimanis


Yo también fui comunista
Por: Arturo Neimanis

¿Quién no profeso esta ideología en la década de los años setenta?, imberbe recién salido del bachillerato,  deslumbrado en mis primeros semestres en la Universidad con las ideas marxistas. Una época en la que veía a Fidel castro y al Che Guevara como héroes, no como lo que con el tiempo demostraron ser en realidad.

De nada valieron las palabras de mi padre quien emigró a nuestro país al terminar la segunda guerra mundial, huyendo precisamente del comunismo, el sí que sabía en realidad de que se trataba, lo había vivido en carne propia, él y toda su familia, padres, hermanos, primos, a los que nunca más pudo volver a ver.

Afortunadamente, en la Universidad aprendí a ser un individuo pensante, una persona capaz de analizar situaciones y sopesar los pros y los contras de las cosas. Aprendí a formarme mi propia opinión, adquirí principios que han regido mi vida y obtuve la comprensión de cuanta verdad había en las palabras de mi padre.

Sin adentrarse en profundidades filosóficas, con la claridad de pensamiento producto de la experiencia él me decía que el comunismo era un sistema de gobierno  inferior al capitalismo. Con sencillas palabras trató de hacerme ver que al no haber competencia, irremediablemente sólo podía obtenerse ineficiencia y atraso tecnológico.

El objetivo inicial del comunismo es disolver el Estado y este en realidad jamás puede ser eliminado porque siempre habrá alguien que quiera aferrarse al poder y no esté dispuesto a soltarlo. Mi padre fue la primera persona que me dijo que Fidel Castro en Cuba sólo entregaría el mando cuando estuviera muerto. Papá murió en 1992, han pasado veintidós años y ya sabemos quién sigue mandando en la isla.

El estado comunista genera ineficiencia porque no puede ocuparse de todo. Además, está bien que todos tengamos lo mismo hasta cierto punto, pero en realidad no todos somos iguales. Hay gente que es más trabajadora, o más inteligente, etc. Ellos merecerían tener un poco más de beneficios. El comunismo no deja  opción para progresar.

El camino para aplicar el comunismo es la represión de quienes no piensan igual. No hay libertad de expresión,  no existe la posibilidad de elegir, de diferenciarse. No se pueden tomar decisiones prácticamente. En la clase dirigente se puede ver la más completa  hipocresía, ya que se enriquecen aprovechándose de su poder.

Según algunos autores, los dirigentes comunistas serían responsables de la muerte de más de 100 millones de personas en el mundo entero.

El historiador Stéphane Courtois, autor de El libro negro del comunismo, asegura que "... el comunismo real [...] puso en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir, en momentos de paroxismo, el terror como forma de gobierno".

Usando estimaciones personales, cita un total de muertes que "... se acerca a la cifra de cien millones". 20 millones en la Unión Soviética, 65 millones en la República Popular China, 1 millón en Vietnam, 2 millones en Corea del Norte, 2 millones en Camboya, 1 millón en los regímenes comunistas de Europa oriental, 150.000 en Latinoamérica, 1,7 millones en África, 1,5 millones en Afganistán y unos 10.000 muertes provocadas por el movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder".

Yo le añadiría los más de veinticinco mil fallecidos en nuestro país durante los últimos quince años.

El comunismo no es sólo económicamente ineficiente, sino que además es inmoral porque ataca la libertad económica del individuo, y si los frutos del trabajo de un individuo no le pertenecen, su vida tampoco le pertenece.


Razón tuvo mi padre al huir del comunismo en Europa en 1.945, nosotros ahora en 2014 ¿Qué vamos a hacer, huimos también o plantamos cara y peleamos por lo nuestro?

Arturo Neimanis

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