En la página oficial del presidente hay una frase de su antecesor que llama la atención: “No es un dirigente verdadero el que engaña a los que le siguen, el que los convoca, los incita, les inyecta odio y los llena de mentiras”. Exactamente a lo que se han dedicado con ferocidad los últimos dieciséis años. La agenda política del socialismo del siglo XXI es el rentismo del resentimiento, y sin embargo ellos no tienen el más mínimo empacho en presentarse como los adalides de todo lo contrario. La primera libertad que hemos perdido es precisamente el no tener derecho a la verdad. El haber sido bombardeados inclementemente por la propaganda, la mentira, los eufemismos y la neolengua. El habernos calado miles de horas de discurso disonante y retador de la sensatez. Ser libres es tener acceso a la verdad.
Con la espada del Libertador en sus manos y frente a sus partidarios reunidos escasamente en un intento de mitin, Nicolás intentó renovar un juramento. ¿Cuál juramento? ¿Invocando a quienes? Bueno la lista es larga: Guaicaipuro, Andresote, Jose Leonardo Chirinos, Negro Primero…hasta llegar al último de sus mártires. Con ellos presentes se comprometió a lograr para el 2019 “una patria de paz socialista”, la unión cívico militar y las victorias políticas. Una arremetida sin tregua para continuar esta trama de dictadura radical y total que quiere meterse en las entrañas de todos los venezolanos. La segunda libertad que no tenemos es el derecho a la paz republicana, fundada en instituciones democráticas, división de poderes, justicia autónoma y límites del gobierno. Aquí la paz se ha subordinado indebidamente a la estabilidad de la revolución, por lo que todos estamos constantemente amenazados de violencia, socialismo y muerte. Detrás de ese “viviremos y venceremos” está ese ultimátum que coloca a todos los que disentimos en la situación de sufrir en algún momento los efectos de esa inmensa y fatal temeridad que se llama sectarismo.
En un encuentro con la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, Nicolás denunció que “hay una persecución financiera contra Venezuela para hacer imposible que esta Revolución supere sus dificultades económicas”. Para el que preside todo este aparato de poder lo que estamos viviendo no es, por supuesto, el producto de una pésima gestión, de la indisciplina fiscal y de la decisión de no ponerle tope a los bolívares que circulan sin respaldo productivo o en reservas. Tampoco tiene nada que ver con que el régimen regala los recursos del país a otros países. Nada de eso, él prefiere el cuento de la conjura, la teoría de la conspiración, el enemigo interno y externo. Puras mentiras que encubren una realidad dolorosa, que el gobierno nos niega el derecho a una economía sana y próspera. Nos arrebata la libertad y cualquier sueño que tenga que ver con la posibilidad de asumir responsablemente el proyecto de nuestras vidas. Nos asfixia económicamente y nos somete al desvarío ideológico y las excusas más extravagantes, que sin embargo no resuelven la escasez, la inflación, la desinversión y el desempleo. Es un acto de impudicia el montar un pseudo-evento de amantes de los pueblos para insistir en una mentira tan grotesca como “la guerra económica”.
El nombre es rimbombante: “Comisión Presidencial del Sistema Policial y Órganos de Seguridad Ciudadana para la Revolución Policial”. Largo título para un cargo cuyo objetivo es intervenir policías estadales y municipales, pero que no está enfocado en las causas de la violencia y del crimen necesariamente relacionados con la impunidad y esa lógica de tres raseros, el que se aplica a los altos dirigentes del régimen, llenos de escoltas y camionetas blindadas, el que se aplica a los militantes de los colectivos, que se pretenden mas allá de cualquier norma, y el que se aplica al resto. El saldo es que somos un país fácil para el crimen y difícil para sobrevivirlo. Al gobierno le gusta la rimbombancia tanto como es ostensible su falta de resultados. Mientras más peripatético el cargo, menos eficaz será. Pero el régimen insiste en la misma farsa y hará cualquier maroma imaginable menos la que afecte este entramado de intereses y privilegios que se invocan bajo el grito de “patria socialista”. Con esto nos niegan la libertad que consiste en el derecho a la vida y a la seguridad ciudadana. Los venezolanos viven confinados, temerosos y suspicaces.
“Personas con ideología revolucionaria, firme e inquebrantable”. Así definen a los “Patriotas Cooperantes” que desde el 2010 usan los servicios de inteligencia para monitorear las actividades de todos aquellos señalados como enemigos del régimen. El “enemigo interno” puede ser cualquiera que ellos imaginen como posibilidad de desestabilización. Hay más de una injusticia convertido en preso político. Más de un proceso inventado a la usanza estalinista. El eufemismo que esconde a los delatores de siempre es una excusa para desencadenar una represión que no presume inocencia, ni aplica justo proceso, ni respeta la reputación y la dignidad. Estos “soplones” son parte de una maquinaria macabra para desarticular la voluntad de líderes democráticos y sus seguidores, o excusa para inventar casi cualquier cosa. Tampoco tenemos la libertad y el derecho a la política, y por eso mismo aquí hay presos políticos, perseguidos políticos y exiliados políticos.
Es difícil mantener la ficción de democracia si los ciudadanos a duras penas tenemos derechos. Sin acceso a la verdad, en ausencia de sosiego, carentes de estabilidad económica, sufriendo la inseguridad más atroz y viviendo como perseguidos políticos es casi imposible decir a la vez que somos libres. No lo somos. Por eso hay que cambiar la perspectiva de lo que hay que hacer y lo que hay que decir y denunciar. Por eso mismo es tan equivocada la estrategia política que presume tener en el gobierno un interlocutor democrático. No lo es, ni tiene el más mínimo interés en guardar las apariencias. Y esa es nuestra principal debilidad, en que fallamos al primer escrutinio propuesto por Sun Tzu en su Arte de la Guerra. “Conoce a tu enemigo” decía el estratega, o perecerás víctima de la fatalidad. No conocemos, o no queremos reconocer en el régimen ese talante totalitario que por otra parte es tan obvio. Antonio Cova siempre me recordaba que “Dios ciega a los que quiere perder”. ¿Será eso? Por eso pidamos en esta navidad claridad para develar las claves de la realidad y entereza para asumirla en términos de sus dificultades.
Fuente: runrun.es
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