¡OH!,
El Imperio
Por:
Arturo Neimanis
Mi intención era la de
escribir un artículo acerca del rancho que, lamentablemente, permanece en la
cabeza de muchos de mis colegas de nacionalidad, el termino compatriota paso a
mi léxico de palabras vulgares hace muchos años. Pero, la visita del Presidente
Chino Xi Jinping (para que no quede duda, este lo escribo con P mayúscula, el
de acá, ya que según él es pueblo, es simplemente
el “presi”) me hizo reflexionar sobre las supuestas bondades del Imperio Chino,
ensalzadas por el anti gobierno en varias declaraciones.
Ya desde los comienzos
de la era cristiana, eso de los Imperios era un tema que daba mucha tela para
cortar a la hora de debatir. Los romanos, por ejemplo. Una de las máximas
aspiraciones de la época era, dadas las claras bondades inherentes a ser un ciudadano
de pleno derecho de su Imperio, formar parte de él. Esto continúo siendo casi
que una constante a lo largo de la historia y a través de los sucesivos grupos
que se abrogaron para si el término, concluyendo con los Británicos, voz
mandante en el siglo XVIII y XIX. Quien haya visitado Hong Kong recientemente
puede comprobar el arraigado sentido de pertenencia a la corona inglesa
profesado por sus moradores.
Nuestros actuales “enemigos” del Imperio gringo, titulares de la corona imperial durante el siglo XX, que pese a ser blanco de todos los improperios de cuanto aspirante a redentor aparece en el mundo, siguen siendo la segunda nacionalidad más buscada por todos.
Le corresponde a los Chinos la batuta purpurea en estos albores del nuevo siglo y por lo visto, las cosas no han cambiado mucho en estos dos mil años.
Nuestros actuales “enemigos” del Imperio gringo, titulares de la corona imperial durante el siglo XX, que pese a ser blanco de todos los improperios de cuanto aspirante a redentor aparece en el mundo, siguen siendo la segunda nacionalidad más buscada por todos.
Le corresponde a los Chinos la batuta purpurea en estos albores del nuevo siglo y por lo visto, las cosas no han cambiado mucho en estos dos mil años.
Según el presi, cito
textualmente, “Podemos decir que por
primera vez surgió una superpotencia que no es imperialista”. Si bien es
cierto que todos estamos conscientes de su, por demás evidente, incapacidad
intelectual, en esta ocasión se le paso la mano en lo de ignaro. La condición de
superpotencia es inseparable de la condición de Imperio, si nos atenemos al
hecho histórico.
A eso debemos añadir
que pretenda vernos la cara de “vrutos” (con v y no con b, como corresponde al
nivel de incapacidad del declarante), cuando dijo en la Clausura de la XIII
Comisión Mixta de Alto Nivel Venezuela China, celebrada en Caracas: “El financiamiento no le pone a nuestra
patria una deuda pesada, es un financiamiento que es respaldado por una fórmula
de producción y suministro de barriles de petróleo que ya va por 524.000 barriles
diarios a China. Quiere decir que es una fórmula virtuosa que permite
financiamiento y desarrollo y no crea deudas pesadas como los viejos sistemas”.
Olvidando el ligero detalle que dicho financiamiento implica que ahora habrá que
elevar el suministro a casi el doble con la subsecuente reducción de los
ingresos para el país.
Mientras los chinos continúan
expandiendo su imperio, nosotros, en vez de ir tramitando la nacionalidad
china, como corresponde para poder disfrutar de sus bondades, perdemos el
tiempo lamiendo los zapatos del Presidente. ¡Oh!, el imperio. ¡Yo quielo mi
pasapolte!
Arturo Neimanis
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