Éramos
Felices
Por
Arturo Neimanis
Éramos felices y lo peor
es que algunos lo sabíamos.
Corría el año 1.998, El Supremo
(destructor) estaba en la cresta de la popularidad poco antes de las elecciones
y muchos pensaban, yo no entre ellos, que nada podía ser peor que lo que
estábamos viviendo en aquellos días.
Había un grupo, como
siempre, añorando una cachucha que pusiera orden en el país, los más,
indiferentes, alegaban su eterno si no trabajo no como y unos pocos, demasiado
pocos quizá, decíamos que no estábamos en el fondo del abismo sino al borde de
un precipicio histórico.
En aquellos días, no nos
equivocamos cuando presagiábamos que Hugo Chávez Frías no le traería nada bueno
al país, estábamos claros en cuál de las dos visiones que de él tenía García
Márquez, era la que realmente nos esperaba a la vuelta de la esquina;
descubrimos, de la peor manera, que efectivamente éramos felices en el 98 aún
sin saberlo y que si, si podía haber algo peor para nosotros en el futuro.
Es así como el inexorable
tiempo nos llevó hasta ese diciembre del 2.012, con un país en ruinas, una
economía destrozada y buena parte de un pueblo decepcionado, para la fecha, me
encontraba en la ciudad de Shenzhen en China y allá todos, incluso el chinito
que trabajaba en la portería del edificio en el que me alojaba, sabían que el
presidente de mi país hacia días que había muerto, aún faltaban más de tres
meses para que lo reconocieran públicamente, y pobre de mí, caí en la trampa de
la historia y me dije que ya habíamos tocado fondo, que el futuro debía ser
mejor a partir de ese momento.
Éramos felices e incluso
yo lo ignoraba.
En Marzo del 2.013 volví a
mi país con renovadas esperanzas en los cambios que seguramente debían darse
después que resolvieran el “patuque” que ellos mismos crearon al diferir la
noticia de la muerte del ignaro.
La creencia en que nada
podía ser peor que lo ya vivido del 98 hasta el 2012 nublo mi entendimiento y
comencé a pensar que si era posible ser feliz en mi propio terruño. Terrible
equivocación que todos sufrimos ahogados por las decisiones del pre saliente heredero
del fundador de la primera dinastía roja de este lado de Los Andes,
equivocación que hace que muchos vuelvan a caer en la falsa teoría que lo peor
ya ha pasado.
¡Alto!, que no se repita
la historia, aún podemos hundirnos más.
Mientras no nos sacudamos
el yugo cubano que desangra las arcas de la Nación, mientras no se abra la luz
del entendimiento a los todavía numerosos seguidores del gran estafador,
mientras no dejemos de esperar que el estado haga algo por nosotros y
comencemos nosotros a hacer algo por el estado, mientras todo esto siga igual,
corremos el riesgo mañana, de descubrir que incluso esto que hoy vivimos, era
mejor y que, tal vez nos toque decir, éramos felices aunque era bien difícil
saberlo.
Arturo Neimanis
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