Dejando a un lado la geografía,
son muchas, tal vez demasiadas, las similitudes que podemos encontrar entre los
periodos históricos delimitados desde 1920 a 1945 en la Alemania nazi por un
lado y desde 1989 hasta el 2014 en la Venezuela chavista por el otro. Dos
lapsos de veinticinco años, plagados de paralelismos, con leves variaciones de matices que no afectan la
visión de conjunto.
La llegada al poder de
Hitler en 1933 arruinó la experiencia democrática de Weimar y supuso la
implantación de un Estado totalitario basado en una dictadura personal. Igual
maldición recayó sobre Venezuela con la elección de Chávez en 1998 la cual
acabó con el esfuerzo democrático que durante cuarenta años guío al país. “¡Chávez
somos todos!”, “el partido es Hitler y Hitler es el partido”, “¡Maduro es
Pueblo!”, son consignas que expresan el culto a la persona, en ambos regímenes
despóticos que anularon la voluntad de sus pueblos, enajenándolas y
adocenándolas. Demasiado parecidas para ser consideradas como simples
coincidencias.
Las analogías entre el
chavismo y el nazismo son sorprendentes, siempre tomando en cuenta las naturales
diferencias entre Alemania y Venezuela. Hitler mandó hacer una purga en 1934,
asesinando a cientos de seguidores del Fürher de los cuales desconfiaba, por ser críticos del régimen: se
le llamo “la noche de los cuchillos largos”. Acá llevamos dos, la de Abril del
2002, cortesía de Chávez y las más recientes de este año, ya de la mano del
nuevo Fürher local.
Es por demás curioso como
el nazismo en el pasado y el chavismo en la actualidad se dan los mismos
calificativos, por ejemplo Hitler decía ser revolucionario, socialista,
anticapitalista y de izquierda, del mismo modo en que se autodenominan los
jefes del socialismo del siglo XXl.
Las coincidencias entre el
nazismo y el chavismo no son producto de la casualidad. La similitud de sus
acciones, la mentira como forma de gobierno, las promesas incumplidas, la
creación de cuerpos paramilitares, las acusaciones contra la disidencia política,
la creación de figuras míticas (Hitler, Chávez, Castro), el ataque a la
religión, la rescritura de la historia, el copar todas las instancias políticas,
los asesinatos. Ambas doctrinas totalitarias engañaron a las masas empobrecidas
para conquistar el poder, y después reprimir mediante el Estado a la población
asumiendo todos los poderes sobre las personas, quitándoles sus derechos como
ciudadanos.
Tal vez lo que más resalta
de estas similitudes sea el manejo propagandístico que caracteriza a ambos
periodos. "Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".
Cita de Goebbels, ministro de propaganda de Adolfo Hitler, que ha sido aplicada
con profusión tanto por Chávez como por su delfín Maduro.
Tanto los nazis como los
chavistas adoptaron Individualizar al adversario en un sólo enemigo. El enemigo
único es todo aquel que critique al régimen. No importa que quien les adverse o
critique sea socialista, de derecha, centro izquierda o centro derecha. Igual
se les cataloga de golpistas, traidores, apátridas.
Ambos movimientos Cargaron
sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con
el ataque. "Si no puedes negar las
malas noticias, inventa otras que las distraigan". Los chavistas son golpistas confesos, pero viven calificando a
todos sus adversarios como golpistas que viven planificando asonadas y
magnicidios contra ellos. Los Pistoleros de Puente Llaguno que fueron filmados
disparando a mansalva al pueblo desarmado fueron aclamados por el régimen como
héroes y víctimas mientras que el pueblo y los policías que protegían a los
manifestantes fueron responsabilizados de la masacre, igual que hicieron los
nazis con los judíos.
Son verdaderamente hábiles
para convertir cualquier suceso, por pequeño que sea, en una amenaza grave. Los
paracachitos, la bazuca con factura que supuestamente encontraron en Maiquetía,
y un largo etcétera encuentran fácilmente su contrapartida en la Alemania nazi.
Goebbels decía que "Toda propaganda debe ser popular, adaptando
su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto
más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a
realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión
escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar". Chávez hablaba
para el lumpen, de allí lo básico, primitivo, llano y mediocre de sus
argumentos, mensajes, y planteamientos, exactamente lo mismo que Maduro que no
ha cambiado el libreto.
Los nazis también sostenían
que "La propaganda debe limitarse a
un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y
otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el
mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". Los chavistas, como buenos discípulos,
repiten hasta el cansancio lo que dicen en una cadena transmitida en la mañana,
luego al mediodía y después en la noche, y al día siguiente y luego al mes
siguiente, dependiendo de sus necesidades. Si después tienen que decir algo que
indique todo lo contrario de lo que venían repitiendo, cambian inmediatamente
sin importarles nada.
Un principio básico de la
propaganda nazi es que hay que emitir constantemente informaciones y argumentos
nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya
interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder
contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. Acallando las cuestiones sobre
las que no se tienen argumentos y disimulando las noticias que favorecen el
adversario, todo con con la ayuda de medios de comunicación afines. La
hegemonía comunicacional, para ambos,
fue la manera de silenciar lo que no les conviene.
Quizá lo más importante.
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo",
creando una falsa impresión de unanimidad.
Antes de ser electo en
1998 Chávez ante las preguntas de periodistas repetía hasta el cansancio que no
era socialista, ni comunista, ni que iba a expropiar, ni a nacionalizar
industrias, que Fidel Castro era un dictador, eso era lo que el público votante
necesitaba en aquel entonces, eso era lo que los votantes necesitaban oír y
creer y por ello, pensaron que Chávez era como ellos y que representaba la
solución para aquel entonces. Mentir, mentir y mentir para lograr los
objetivos.
Tanto nazis como chavistas
tenían como fin implantar su dominio lo cual, para ambos, justificaba los
medios, y si para ello tenían que mentir, pues, lo hicieron, descaradamente. No
sé cómo se diría en Alemania, acá lo expresaríamos así: Como vaya viniendo
vamos mintiendo. Pregúntenle a Maduro cuya cara ni siquiera se inmuta y no le
tiembla el pulso a la hora de engañar.
Tanto Hitler como Chávez y
ahora Maduro sostuvieron que “Son el pueblo”, “Con ellos manda el Pueblo”. Nada más falso.
Se dice que el
desconocimiento de la historia nos hacer repetirla, en el caso de los
chavistas, parece que la han estudiado con detenimiento para revivirla.
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