Sombras del paraíso
Arturo Neimanis
CAPITULO XXXII: Las dos Razas
Julio 31, 2014
Sombras del paraíso
por: Arturo Neimanis
CAPITULO XXXII
Las dos Razas
Los
símbolos en mi celda me hablaban de tiempos muy remotos cierto, pero eran
tiempos que pese a su antigüedad, seguían teniendo una base humana, no eran más
que la interpretación de hombres ante la manifestación de lo que pensaban que
eran dioses. Su fuerza radicaba más en la fe, las creencias, antes que en un
verdadero poder inherente a ellos. Algo así como el valor del dinero, por si
sólo es nulo, su fortaleza radica en la importancia que nosotros le damos.
A
los dioses les ocurrió lo mismo, tuvieron su gran momento mientras el hombre
creyó en ellos, en la medida que fueron olvidados así mismo se fueron
debilitando en la historia, hasta convertirse en mitos y leyendas para mantener
ocupados a los eruditos y de vez en cuando al vulgo a través del cine, el arte
o la literatura.
Sin
embargo, detrás de todo eso yace un gran poder para quien sea capaz de comprender
y aplicar el conocimiento que encierran en el momento y en el lugar apropiado.
El poder de la palabra, quien conoce el verdadero nombre de las cosas obtiene
poder sobre ellas. Al menos así lo han pregonado muchísimos estudiosos de lo
esotérico a lo largo de la historia.
Los
símbolos que me rodeaban me hablaban del Tíbet, la logia negra, Shambala.
Rezumaban las enseñanzas acerca del chí del taoísmo y de muchas otras cosas,
algunas incluso largamente olvidadas. ¿Por qué las sombras se rodean de estos
símbolos?, ¿Será que aún conservan sentido para ellos? De ser esto cierto, me
dije, ¿las palabras encerradas en ellos conservaran la capacidad de
subyugarles?
Según
Assabin, a la caída del hombre, ángeles y demonios convivieron físicamente con
los demonios por un periodo muy largo de tiempo, tanto que ya se ha perdido
cualquier recuerdo directo de ello. Tal vez, encerrado en algún recóndito lugar
del mundo yace todavía alguna ruina arqueológica aun no descubierta que arroje
claridad sobre ello. Reitero que no eran seres mágicos ni nada parecido,
simplemente eran razas que nos habían adelantado en la adquisición y aplicación
de conocimientos que aun en nuestros tiempos no hemos logrado desentrañar.
En
medio de su batalla por el control de la humanidad, cada cual por motivos
diferentes, accedieron a fuerzas que incluso ellos no pudieron dominar. Una de
ellas, las puertas interdimensionales, fue la causa de la casi destrucción de
la vida en el planeta cuando lograron entrar en contacto con una de las otras
dos razas caídas. Su sola presencia física en nuestro mundo ocasiono un
desbarajuste geológico de tal magnitud que sus efectos quedaron grabados a todo
lo largo del mundo.
Como
consecuencia, ambos bandos moderaron su uso y en una especie de acuerdo entre ellos,
establecieron un conjunto de reglas para evitar que aquello volviese a ocurrir.
Fue allí cuando comenzaron a moldear la genética del hombre con la finalidad de
actuar a larga distancia y así tratar de evitar las perturbaciones que su
presencia corpórea ocasionaban sobre las leyes físicas de nuestro universo.
Esto
me hizo recordar algunas de las razones que me expuso el guardián con respecto
a mi misión en el mundo y del porque no lo hacia el directamente sino que
consideraba mejor usarme como emisario, ¿Estará el, a través de mí, haciendo lo
mismo?
Un
efecto secundario del contacto con esta cuarta raza fue que, dado que esta era
más o menos afín con la raza de los demonios, entre ellos se estableció una
conexión, una especie de alianza. Lo que yo conocí en un par de ocasiones como
sombras mayores son hombres influenciados, no por demonios, sino por entes de
esta cuarta raza.
Para
los ángeles, esta alianza era evidentemente una desventaja estratégica que
podía llevarles a la derrota en su enfrentamiento con los demonios, quiso el
fortuito destino que en una arriesgada jugada de su parte lograran contactar a
la quinta raza y que esta a su vez se aliara también con ellos. Las almas
viejas más relevantes, no todas, son seres en contacto con estos aliados. Assabin
era uno de ellos y al parecer, uno de los principales.
Así
como las sombras mayores han devenido en una especie de directores de orquesta
en el accionar de los demonios en nuestro mundo, las almas viejas son su
contraparte en la batalla, aunque sus estrategias y su forma de actuar difieren
grandemente. Mientras que las sombras prefieren el control total de los
hombres, los ángeles optan por ser más bien guías de la humanidad para que esta
encuentre su camino por su propio paso. Me recuerdan una frase atribuida a
Buda, un ser de luz, en la que él dice
que cada quien debe forjarse su camino, que cada uno de nosotros debe moldear
su sendero en la vida y que esto no puede ser delegado a nadie más.
El
cuadro completo de las cinco razas me permitió tener una visión más clara de
todo el conjunto de la creación. Pese a haber sido creados simultáneamente, las
leyes físicas que regían el medio ambiente de cada raza eran diferentes, al
parecer, la longitud del tiempo es la principal diferencia entre todos ellos.
Deduje que para la cuarta y quinta raza había transcurrido, en valores
absolutos, un periodo mucho mayor que para ángeles y demonios y que estos a su
vez, habían dispuesto de más tiempo para desarrollarse que nosotros los seres
humanos.
Todo
este conocimiento me sería útil para escapar de mis captores pero no me
arrojaba ninguna luz acerca del porqué de la caída del hombre, la búsqueda que
en un principio me había traído hasta mi cautiverio.
Todo
esto me ha llevado, acá en la soledad de mi encierro, a hacerme una pregunta:
¿Qué es el Guardián?, ¿A qué raza pertenecen él y el Artista?
Continuará...
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