Revolución
y Santería (Primera Parte)
La santería es la
adaptación del vudú a tierras cubanas, de donde emigró a Florida, Veracruz,
Nicaragua y Brasil. Tiene su origen en las manifestaciones religiosas
provenientes del África, en concreto de Dahomey, patria lejana de miles de
esclavos negros distribuidos en América por los voraces traficantes de los
siglos XVI y XVII.
Tanto españoles como
franceses prohibieron esas muestras animistas de religiones tribales.
Falsamente convertidos al catolicismo, los esclavos practicaban en secreto sus
ceremonias, y al pasar el tiempo, las mezclaron con ritos aprendidos de su
nueva religión, más como una forma de disfrazar las prácticas originales que
como una verdadera aceptación del cristianismo.
La cantante Celia Cruz
inmortalizó la letra del Yerbero: “Traigo yerba santa pala garganta/ traigo
abrecamino pasu destino/ y con esta yerba, se casa usté…”, letra que encaja
perfectamente con los ofrecimientos de un chamán o de un santero.
Vudú, santería, candomblé
y satanismo en el fondo son lo mismo, porque los mambos, santeras, mae de santo
y centinelas en busca de seguidores, que aporten fuertes cantidades de dinero,
han distorsionado las prácticas rituales, adornándolas y transformándolas a
requerimientos específicos de los compradores de fama, felicidad y fortuna; no
obstante, difieren en conceptos generales y, sobre todo, rituales.
Años ha, cuando se hablaba
del vudú, se añadían comentarios alusivos a la ignorancia de sus seguidores,
todos ellos analfabetas, pobres, desdichados que, debido a su incultura, se
mantenían en el fetichismo.
¿Qué decir ahora, cuando
en su práctica participan “intelectuales”? ¿Qué fenómeno ha ocurrido para dar
ese giro?
Digámoslo de otra manera:
la religión de los pueblos afroamericanos, ha pasado a formar parte de la vida
de funcionarios públicos, gente del medio artístico, empresarios e incluso
catedráticos universitarios.
La santería es un arma ideológica
de la revolución cubana. Y uno de sus negocios. Los babalaos oficialistas, además de rogar a los orishas por Fidel
Castro, también recaudan bastantes
dólares y euros para las arcas del régimen.
Cada vez son más los
extranjeros que van a hacerse iyabó en Cuba, sin reparar en los gastos. Hacerse
un santo en Cuba puede llegar a costar entre
900 y 4 mil dólares. El precio dependerá del orisha escogido (Elegguá, por
ejemplo, cuesta el doble que cualquier otro santo), de la fama del babalao y de
la urgencia del cliente.
En Cuba resulta más caro
hacerse iyabó, pero en el mundo prefieren la Regla de Ocha de La Habana que la
macumba brasileña, y los sacerdotes de Ifá
cubanos que los de Nigeria, la cuna de la religión yoruba. Así vemos que
los nigerianos son buenos en otros tipos de estafa, aparte de las que ya
conocemos por internet.
Adicionalmente, en Cuba no
hay limitaciones en cuanto a la matanza de animales para alimentar con sangre sus
ritos.
Los ahijados “yumas” vestidos de blanco, con collares (traídos de
Miami para ser distribuidos en Cuba), pregonan por el mundo “las bondades” del
castrismo.
Así, gracias a los
negocios de los babalaos y babalochas de utilería de la Asociación Cultural
Yoruba, los turistas extranjeros se
están llevando de Cuba, además de los
tabacos, las obras de arte, las langostas, el son, las cotorras y la crema y
nata de las jineteras y los pingueros,
también el aché. Quiero decir, el
poco que debe quedar, si es que queda alguno
porque dicen los que saben que cada vez están más ossobbo y con más muertos oscuros a
rastras.
No es casualidad que un
estado, abiertamente opuesto a las expresiones religiosas, cobije gustosamente,
casi que con partenal afecto, a los afectos a este culto, derivación del vudú
haitiano.
Desde su visita a Cuba en
1994, Hugo Chávez entró en contacto directo con varias logias rituales de magos
paleros. Estos, literalmente, le lavaron el cerebro.
Antes, Chavez no pasaba de
consultas de videntes, astrólogos, místicos, tarotistas y demás espiritistas
para conectarse con la figura de Simón Bolívar, mezclado todo caóticamente con
las iniciales consejas de sacerdotes de la Iglesia Católica de amistad
familiar.
A partir de ese año, La
Habana junto a paleros y el Lukumí, lograron deliberadamente establecer lo que
sería más tarde (1998) una influencia espiritual permanente -paralela a la
dependencia política- sobre la débil psique del mentalmente minusválido Hugo
Rafael.
Es así que, ya presidente
en 1999, tras intentar infructuosamente engañar a la masonería venezolana para
el transporte de los restos mortales del ex-presidente Guzmán Blanco, comenzó a
viajar a Cuba clandestinamente a consulta con paleros y babalawos de una orden
en la cual ya estaba iniciado.
No fue casual la primera y célebre declaración
lanzada por Hugo Chávez desde La Habana contra la Iglesia Católica.
Posteriormente solicitó el
traslado a Venezuela de sus consultores esotéricos, así como la presencia permanente
de estos en el país para su “servicio” y el de otros muchos oficiales militares y
personalidades “proclives a la revolución”.
En coherencia con los
nuevos compromisos paganos, asumidos tras el 11 de abril, los “sacerdotes” del
vudú chavista, efectuaron múltiples rituales consistentes en ofrecer en
sacrificio la sangre humana de sus adversarios. Con ellos, Chávez creía firmemente
que cumplía dos propósitos: procurar la perdición del alma de su enemigo y
ganar el favor de las fuerzas malignas mediante el ofrecimiento de la sangre
vertida.
Así de grande era la
dimensión de su enajenación tanto moral como mental.
Una persona, una vez
iniciada en la santería, se le dice que debe seguir para obtener mejores
resultados. El santero va tomando control de ella hasta que el miedo la
gobierna. Se le dice que si se separa, algo muy malo va sucederle...
El Santero
se va convirtiendo en un personaje indispensable que domina toda la vida y del
cual no hay salida.
En esto es parecido a la relación con la mafia.
Continuará…
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